jueves, 9 de octubre de 2014

07:30 apago la alarma. Vuelvo a abrir los ojos, y miro la hora, 08.15. Me doy cuenta de la hora y hago todo lo más rápido que puedo y salgo corriendo para la facultad. 
Manejando por la rambla del Parque Rodó, en una hora pico, en la que muchos uruguayos nos dirigimos con destino al centro me encuentro con un auto que hasta hoy recuerdo su color y marca, un Chevrolet Aguile negro. Iba por el carril de la izquierda a una velocidad aproximada de 30 km/h. Intento pasarlo una, dos veces sin reacción alguna del conductor. Detrás de mí se comienza a acumular una cantidad de autos de los que espero próximas bocinas. Por mi mente pasan un millón de cosas y es allí que mi inconsciente revela un pensamiento que hasta entonces creía inexistente; "debe ser una mujer y encima una vieja". Cuando logro pasarlo miro por el espejo buscando identificar el rostro de ese auto. Me sorprendió la figura de un hombre. Olvido todo lo sucedido y me percato de mí misma, "acabo de hacer algo que intento evitar que ocurra" pienso. 
Esto me lleva a muchos otros pensamientos, ver una mujer manejando un taxi, un ómnibus o un camión, y sorprenderme, comentárselo a alguien.  Son las situaciones cotidianas las que nos revelan pensamientos inconscientes. 
Luchar contra algo no implica no hacerlo, sino ser conscientes de que lo hacemos e intentar cambiarlo. 

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