Nunca nos cuestionamos el hecho de que hombres solos o acompañados se dignen a gritarle a una mujer cosas respecto a su físico. Los escuchás intentás ignorarlos y seguís caminando. Existen veces que esos gritos son demasiado subidos de tono, son ”piropos” referidos a nuestras vaginas, nuestras nalgas, nuestros senos, etc.
Por otro lado las mujeres tenemos la posibilidad de reaccionar de distintas formas:
Nosotras optamos por las dos primeras. Cuando los insultamos es porque necesitamos hacer algo, aunque sea mínimo, que les demuestre que no somos una “cosa” que va caminando y se le puede decir cualquier chanchada que se le pase por la mente. Y cuando no decimos nada es porque creemos que no tiene ningún sentido responder, lo que en parte demuestra un grado de aceptación o conformismo con esa actitud.
Este vídeo expresa de forma divertida lo que nos pasa:
Un día mirando un canal argentino, no recordamos cuál, entrevistaban a un grupo de chicas que protestaban estos temas. Al principio nos dijimos "qué exageradas", hasta que empezamos a captar lo que decían, el problema no son los piropos sutiles y bonitos que cualquiera se puede imaginar, sino esas especies de frases que no tienen siquiera nombre, que cuando una los escucha no se imagina a que se está refiriendo, no lográs comprender como le da la cara para decirte eso en público. Son ese tipo de piropos que de lo dulce y seductor pasan a lo ordinario, desagradable y hasta incómodo.
Las mujeres estamos expuestas a esto constantemente. Al caminar nos enfrentamos a diferentes situaciones como puede ser un grupo de hombres, una obra, un camión en la calle, o hasta un hombre solo y bien vestido. Ya lo sabemos, no nos va a sorprender oír algún comentario de estos tan odiados por nosotras , que lo único que nos genera es la sensación incómoda de no saber qué hacer, a quién mirar, si reaccionar o no.
Entonces nos preguntamos y les preguntamos: ¿cuántas veces vivimos este tipo de situaciones? Millones de veces. Estamos expuestas a esto todo el tiempo. No termina al finalizar la primera vereda.
La pregunta entonces es:
¿Por qué un hombre que no conoce a una mujer se siente en el derecho de comentar en voz alta y de manera pública su aspecto?
La respuesta hace referencia a "la cosificación de la mujer, la piensan como un objeto al que puede acceder libremente. Además, destacan de manera muy evidente los roles diferenciados de los dos sexos: hombre activo y mujer pasiva.
La cultura machista entiende que los cuerpos de las mujeres son de dominio público, por eso nos pueden decir lo que ellos quieran y en el momento que lo deseen”, expresa la también máster en Derechos Humanos y Democracia (República Dominicana)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que 2 de cada 3 mujeres en el mundo son violentadas en algún momento de su vida.
En un principio pensamos que era una exageración, y para aquellos que lo siguen pensando:
Calificar los piropos como violencia y acoso sexual callejero no es una exageración. Especialistas en la materia y organismos internacionales coinciden en que constituye violencia cualquier acción ejercida contra una persona contrario a su voluntad, produciéndole desagrado, molestia, incomodidad, angustia y/o sufrimiento. Precisamente incomodidad, molestia y desagrado son las sensaciones que muchas mujeres describen al recibir un piropo. De hecho, el acoso sexual se define por el miedo y la incomodidad.
Para terminar nos gustaría aclarar que el problema no radica en cuando un hombre educadamente le comenta a una mujer su belleza, sino cuando esos comentarios no parecen ser dirigidos a un ser humano, sino a un objeto. No hay derecho de hablarle así a nadie.
Por otro lado, es entendible que algunos hombres no tengan el objetivo de herir , pero deben comprender que no tiene nada de atractivo y seductor esta actitud, se trata de un acto más de violencia.
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